jueves, 8 de marzo de 2012

"Esto no estaba ni en los mejores sueños"

Usted llegó hace seis años para cumplir su segunda etapa en la selección, ¿explica eso –como se dijo en su momento– que era por la participación del gobierno, un manotón de ahogado de Figueredo o circunstancias del deporte uruguayo que lo trajeron para generar un plan que se disfruta ahora?
Lo único que sé y de eso se habla poco, es que en aquel Ejecutivo estaba (Daniel) Pastorini, que lo conozco desde hace años y todos los veranos hablábamos de fútbol y de lo que se podía hacer. Quizá lo diferente fue que en ese Ejecutivo su propuesta tuvo más fuerza y la tomaron. Cuando decía que no estaban dadas las condiciones, no me refería a las económicas, sino que las condiciones pasaban por ser parte de un proyecto y que no quedara en simplemente dirigir a la selección mayor. Ese proyecto pasaba por vincular a las selecciones juveniles con la mayor y tratar de lograr una imagen. Ahora si usted me pregunta si el 8 de marzo de 2006 visualizaba que nosotros fuéramos campeones de América y que íbamos a tener la actuación del Mundial, le diría que no, porque no lo habíamos planteado y esto ni estaba a nivel de los mejores sueños. Con este plan había que apostar a ciertas cosas que no daban garantías absolutas a nivel de resultado, como definir el perfil de los jugadores y tomar la decisión de jugar con un plantel que no tenía experiencia y eso se pagó con la irregularidad.

Aquel 8 de marzo, cuando asumió,  usted expresó que el plan había salido de un estudio de las características del medio. Dijo que no nos adecuábamos a los nuevos tiempos y que esa brecha para el país era cada vez más profunda. ¿Sigue siendo igual?
Sí. Hay países que económicamente siguen siendo dependientes de ese centro que es Europa central, que es donde están las grandes ligas con los mejores jugadores y sus organizaciones permiten tener las mejores competencias. Ellos compiten a nivel sub 21 y acá eso no sucede, cuando esa es la mejor edad porque a aquellos jugadores que no pertenecen a equipos que compiten en la Libertadores no se les da la mínima posibilidad de seguir creciendo. Pero la brecha sigue existiendo. De las tres condiciones que dicen los libros de economía del fútbol que se deben tener para aspirar a estar entre los mejores del ranking de FIFA, algunas no las tenemos, como la cantidad de pobladores y riqueza de los países; el tercer aspecto está vinculado a lo futbolístico, la historia, y ese sí es un punto fuerte que tenemos. Hoy estamos en una posición (cuartos) que para los observadores internacionales es perecedera, que esto no va a durar mucho tiempo, pero, aunque sea así, tenemos que apostar más a lo que hemos hecho para llegar a esto. Avanzamos mucho en un aspecto y es que hay un convencimiento directriz que uno no veía hace seis años.
"Creo que tenemos que llegar al paso de convencernos de que este proyecto sirve aunque en algún momento perdamos algunos partidos, o no estemos en el cuarto lugar del ranking o no seamos campeones de América. Es una exigencia del fútbol de estos días"
¿Considera que tiene fecha de caducidad el éxito de Uruguay?
En cuanto a la parte organizativa no tendría que tenerla: más allá de que cambien las personas, depende del convencimiento institucional de que esto sirve. Desde el punto de vista futbolístico depende de la evolución generacional. Cuando yo digo que es perecedero, en un libro que leí, también dice que lo de España es perecedero. El fútbol está muy relacionado con el poderío de los países y nosotros somos la mosca en la leche de esos 10 primeros.
Usted en 2007 pasó zonas de turbulencias, su cargo estuvo en juego, se dijo que a Lugano le quedaba grande la cinta de capitán y que incluso usted no le llegaba a los jugadores.
Son cosas que se dicen. Yo no me olvido que usted hace un tiempo me dijo si era consciente de que iba a ser el mejor entrenador de Uruguay si clasificaba al Mundial y el peor si no lo hacía. Siempre lo tuve presente. En este caso nosotros aspiramos muy modestamente porque estamos convencidos de que cuando no estemos hay que tratar de llevar adelante esto y aprovechar la experiencia.  Y cuando no esté este capitán, porque en algún momento no va a estar, será importante apoyar lo que se hizo.

¿Es necesario que el futuro entrenador trabaje con usted? ¿Cómo considera que se debe procesar ese cambio de mando llegado el momento?
Aquí no existe mucha cultura de organizaciones. Acá nunca se hizo lo que sucedió en Alemania, por ejemplo, que quedó el ayudante y mire lo que hizo. Eso no existe. Pero si viene un entrenador supongo que será de experiencia y creo que muchas de las cosas que hemos hecho pueden servir de apoyo o de espejo para aceptar o descartar cosas.
En 2010 se generó un cortocircuito en su proyecto de juveniles, ¿cómo vivió ese momento?
No era la primera vez que en comentarios me decían que lo que no se veía bien de este proyecto que toda la organización dependiera de la permanencia del entrenador principal. Eso lo entendía, pero no comprendía demasiado que si sacaban al entrenador debían cambiar toda la organización. ¿Por qué el nuevo entrenador no se podía hacer cargo de eso? Se sacaba a Tabárez y venía otro, ¿qué problema había? Pero había una idea de cambios en los cuerpos técnicos de juveniles: no había acuerdo en algunas propuestas nuestras y dijimos que si el trabajo no iba a seguir igual a nivel de juveniles íbamos a culminar el contrato exclusivamente con la mayor. Y así sucedió en ese primer semestre de 2010. En el nuevo contrato existe un compromiso de nosotros de llevar adelante el proyecto de selecciones y de la AUF de brindar todo el apoyo.
"Tenemos delanteros de elite y nos adaptamos a esa circunstancia. Pero los dos grandes temas de todos los trabajos que hacemos acá son la presión defensiva sobre el rival que tiene la pelota y la posesión colectiva de la pelota y en este segundo aspecto no hemos alcanzado los mejores niveles"
¿Cómo tomó el hecho de que Forlán no aceptara jugar ante Indonesia?
Fue un tema que tenía que ver con aspectos vinculados a su imagen. Son temas personales. El jugador había avisado y nosotros lo transmitimos. Por esa razón se integró al partido siguiente. No lo hablé demasiado puntualmente. No lo tomé tampoco como una renuncia ni un menoscabo a la selección, porque es un referente, es su manera de ser y tuvo grandes progresos que valoro.

En 2007 la selección retornó de la Copa América en dos grupos, uno en un chárter contratado por los jugadores y otro en vuelo de línea con usted. ¿Cómo ve aquella situación cinco años después?
Lo que sucedió no estuvo dentro de lo normal. Cuando nos informaron de la situación tuvimos algunas conversaciones con los jugadores y manifestamos nuestro parecer. Luego, en Montevideo,  no le digo que eso fue determinante, pero fue parte de la realidad de cosas que analizamos, y lo que nos preocupaba era enfocar el futuro en función de lo que había pasado. Y así lo hicimos. También hubo que salir al paso de ciertos rumores, y más que rumores, porque era casi una cosa juzgada en la que me involucraban y a mí me pareció que la manera de defender este proceso de selección y no permitir que me sacaran por la puerta de atrás era salir al lugar al que venían los rumores y dar la cara. Me costó muchísimo, pero me pareció inevitable y necesario. No digo que tenga que ver con lo que estamos viviendo ahora, pero si uno no hubiera atacado capaz que esa bola hubiera seguido creciendo y no estaríamos conversando aquí, entre otras cosas. Y como dije en ese momento, y siempre reitero, no hay jugadores proscriptos en la selección.

Pero no fue común su reacción cuando acudió a un canal de televisión para enfrentar a dos periodistas.
Me invitaron a los dos programas de televisión de los domingos al mediodía y no podía asistir. En uno de ellos (Punto penal) le hicieron una nota a Álvaro Recoba, que estuvo muy correcto, pero uno veía intenciones evidentes de intentar hacerlo decir algunas cosas, como por ejemplo: “A usted lo van a volver a llamar, no sé quién, pero lo van a volver a llamar”. Entonces me hablaron de la producción de ese programa para ir  al domingo siguiente y dije que sí, pero establecí algunas condiciones, que sería a determinada hora, que estuvieran determinadas personas. Obviamente no sabían lo que iba a decir. Pero le puedo decir que me costó mucho. No me gusta hacer revisionismo y no quiero pasar ningún tipo de cuentas: solo le respondo a usted esta pregunta que es parte de la historia de estos seis años. Pero sin ningún ámbito de revancha, ni nada por el estilo.

Se le veía tenso, incómodo.
Al conductor del programa en un intervalo le dije: “Perdóneme, pero tenía que decirlo”. Porque me sentía mal. No es algo en lo que tenga que verse involucrado un entrenador, pero una manera de hacer las cosas en la selección se veía comprometida si yo no decía presente allí de alguna manera. Y el tema lo di por terminado.

Antes de la Copa América rechazó 30 millones de euros por tres años. Usted nunca habló de ese tema. ¿Por qué se quedó? Porque eso le mueve el piso a cualquiera.
Después de algunos días de negociación con la AUF firmamos un contrato por cuatro años que significó un esfuerzo grande para el fútbol. Desde ese momento mi compromiso fue estar aquí. Después fuimos a Alemania (en mayo) a jugar  un amistoso, un periodista de origen indio se acercó para hablar y me dijo que había una persona que tenía una propuesta para mi. Le dije que no, pero me pidió que aceptara al menos que me lo presentara. Cuando nos volvíamos a Montevideo, se apersonó en el hotel y me dijo que era un enviado de un príncipe, creo que de Arabia, e insistía con que quería que aceptara. Le decía que no, que era imposible. Y me decía que “no iba a recibir una oferta igual”, que podían comprar mi contrato en la AUF, y ahí le dije que por favor no hablara en la AUF porque no quería tener inconvenientes. El tema quedó ahí. Aunque enseguida le dije a Belza que le comunicara a Bauzá de esa situación. Después un empresario fue el que me hizo saber del dinero que se trataba, que es esa cifra que manejó usted. “Pero usted se da cuenta de lo que es”, me decía el enviado, y yo le respondía: “No me siga hablando que me la complica”, porque si no se puede no se puede, no se puede y es lo mismo que le ofrezcan US$ 100 mil o US$ 30 millones. Y como le digo a los jugadores de la selección: “Ustedes en los clubes pueden hacer buenos contratos, ganar prestigio, pero hay algunas cosas que solo pueden obtener jugando por Uruguay”. Y en el caso mío es lo mismo, estoy muy contento por todo lo que sucede. No soy un extraterrestre ni nada por el estilo, por qué no puedo tener esa oferta en el futuro.
Lo que hice no me pareció un acto de heroísmo.


Fuente: El Observador.

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