miércoles, 29 de febrero de 2012

Un poco para cada uno

Uruguay igualó hoy 1-1 con Rumania en Bucarest e igualó el record de mayor cantidad de partidos invicto alcanzado en 1968 (14).
Más allá del detalle anecdótico, la Celeste, a pura contra matadora, pudo haber liquidado en el primer tiempo a una Rumania de buen toque, pero poco más. Sin embargo, el local reaccionó en el complemento y los nuestros se mostraron más imprecisos con la pelota en los pies, creando escaso peligro en ofensiva.
El arranque celeste fue soñado. Ramírez dibujó por izquierda, dejó a dos rivales por el camino y mandó el centro bajo para Cavani quien, desde el borde del área, sacó un potente zurdazo colocado que dejó sin asunto al arquero rumano.
Rápidamente, el dueño de casa tomó la pelota y comenzó a tocar con criterio, pero disolviéndose siempre en la zona quemante del área.
En contrapartida, lo de Uruguay era más práctico: sólido atrás, cada vez que arrancaban de contra Cavani o Suárez preocupaban. Así, el "Edi"-que retrocedía constantemente al sector del "8" para dar una mano- mandó al palo un centro del "Salta" que pudo haber significado el segundo.
Rumania avisó apenas con un remate de Mutu y un zapatazo de Niculae al travesaño. Sobre el final de la primera mitad.
El gran déficit de los nuestros era el control de la pelota. La iniciativa era rumana, pero también es cierto que sufría en defensa cuando los de Tabárez apretaban.
Uruguay se sintió un poco más cómodo sobre el final del primer tiempo y fue claramente perjudicado a los 36´ cuando Cavani, tras enorme pared con Suárez en el área, fue derribado por el arquero local y el juez Viktor Kassai desestimó la incidencia. Demasiado clara como para obviarla, pero…
El segundo a la Celeste se le seguía negando (Forlán, que estuvo muy bajo, se perdió el gol mandándola afuera tras habilitación de Cáceres) y Rumania lo hizo pagar de arranque en el complemento.
Tras habérselo perdido D. Niculae, Stancu la mandó a guardar con un cabezazo impecable. Vino el centro desde la derecha y el recién ingresado que les ganó las espaldas a los zagueros uruguayos y la colocó para estampar el empate.
No fue todo: Muslera se agrandó y tuvo que intervenir en un par de ocasiones para evitar la segunda caída. La diferencia fue que ahora los dueños de casa picaban más en ofensiva.
Uruguay, sin mucho fútbol y apelando a la guapeza de Suárez y, posteriormente, a los envíos al área para Abreu, avanzó, pero apenas si preocupó.
El partido se hizo un poco más trabado y las emociones comenzaron a escasear. Poco por aquí, poco por allá y el juego que se selló con una igualdad que terminó siendo lógica.

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